El sorprendente crecimiento de las paleterías y heladerías en México
Descubre cuántos establecimientos existen a nivel nacional y cómo este dulce negocio está conquistando el país.
Según datos del INEGI, se reconocen en su directorio 12, 117 establecimientos y empresas relacionados a la comercialización del helado y la paleta en México.
Los establecimientos por cada estado son los siguientes:
Aguascalientes | 187 |
Baja California | 193 |
Baja California Sur | 78 |
Campeche | 55 |
Coahuila de Zaragoza | 217 |
Colima | 107 |
Chiapas | 279 |
Chihuahua | 250 |
Ciudad de México | 1118 |
Durango | 118 |
Guanajuato | 780 |
Guerrero | 382 |
Hidalgo | 305 |
Jalisco | 1319 |
México | 1535 |
Michoacán de Ocampo | 751 |
Morelos | 227 |
Nayarit | 176 |
Nuevo León | 310 |
Oaxaca | 618 |
Puebla | 708 |
Querétaro | 273 |
Quintana Roo | 96 |
San Luis Potosí | 231 |
Sinaloa | 231 |
Sonora | 185 |
Tabasco | 131 |
Tamaulipas | 162 |
Tlaxcala | 199 |
Veracruz | 478 |
Yucatán | 201 |
Zacatecas | 217 |
Por otra parte, periódicos como El Economista y El Universal mencionan que existen alrededor de 450 000 establecimientos de helados y paletas a nivel nacional.
El helado, tal y como lo conocemos hoy en México, tiene una historia que se remonta a la época de la conquista española. Aunque ya existían postres fríos en algunas culturas prehispánicas, fue con la llegada de los españoles que su consumo comenzó a tomar la forma que conocemos. En 1606, el mexicano Leonardo Leaños se convirtió en el primer nevero registrado, recolectando hielo de los imponentes volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl para elaborar estas delicias. Sin embargo, en esos tiempos, el acceso al hielo era limitado por un sistema de monopolio, conocido como el “estanco”, que controlaba la corona española.
Este “estanco” era un sistema que reservaba bienes de alto valor, como el hielo, exclusivamente para la monarquía y la élite. El hielo era extraído de las cumbres nevadas y transportado en grandes bloques hacia las ciudades, un proceso costoso y laborioso que hacía del helado un lujo reservado para las clases más altas de la sociedad colonial. Aún así, los helados comenzaron a ganar popularidad en los círculos aristocráticos como un símbolo de estatus y refinamiento.
La verdadera revolución en la historia del helado mexicano llegó tras la Independencia. En 1822, el Congreso Constituyente eliminó los estancos, abriendo las puertas a una nueva era de accesibilidad. Por primera vez, los neveros y productores locales pudieron recolectar hielo sin restricciones, lo que permitió que las nieves y helados se convirtieran en algo accesible para una mayor parte de la población. Este cambio transformó la producción y el consumo de helados en México, democratizándolo y llevándolo de las mansiones coloniales a las calles del país.
Lo que consolidó el helado como parte esencial de la cultura mexicana fue no solo el acceso al hielo, sino también la increíble diversidad de frutas que ofrece el país. Sabores tropicales y autóctonos como el mango, la guayaba, el tamarindo y el mamey se convirtieron en los favoritos del público, y hasta hoy siguen siendo fundamentales en la oferta de helados artesanales en todo México. Estos sabores locales, mezclados con la tradición de elaboración, crearon una identidad única en torno al helado mexicano.
Un método que sobresale hasta nuestros días es el helado de garrafa, una técnica artesanal en la que se utiliza una mezcla de hielo y sal para congelar las mezclas de frutas y leche. Esta forma de hacer helado, tan ligada a la cultura y a la tradición, sigue siendo ampliamente valorada y respetada, especialmente en mercados locales y ferias. De hecho, el helado de garrafa ha resistido el paso del tiempo y la globalización, manteniéndose como una forma auténtica de disfrutar este delicioso postre, uniendo generaciones a través de su sabor y su historia.
Hoy en día, el helado en México es mucho más que un simple postre. Es un reflejo de la rica historia cultural y gastronómica del país, una mezcla perfecta entre herencia prehispánica, tradición colonial y creatividad local. Desde pequeños puestos callejeros hasta las más sofisticadas heladerías, este dulce ha pasado de ser un símbolo de exclusividad a convertirse en parte del día a día de millones de personas. Cada bocado de un helado mexicano no solo refresca, sino que cuenta una historia de evolución, lucha y sabor.